Estos son los dilemas morales propuestos en la III Olimpiada Filosófica de Canarias.
¿Qué responsabilidad tenemos frente a los animales?
DILEMA 1:
Eres el alcalde del partido político que ha ganado las últimas elecciones en tu ciudad y mañana se celebrará un pleno para afrontar algunos de los problemas que ha traído la crisis económica: en primer lugar, el aumento de robos, hurtos e inseguridad en las calles en general; en segundo lugar, el aumento de perros abandonados por sus dueños y la saturación de las perreras municipales e instituciones similares.
En la preparación del pleno te percatas de que hay en tu partido dos facciones o corrientes de opinión antagónicas: una parte de tus camaradas ha propuesto dar prioridad al drama de los perros, ofreciendo una ayuda de 80 euros mensuales a aquellas personas que adopten una mascota, dinero que habrá de invertirse en el cuidado y manutención del animal. La otra facción del partido, en cambio, se opone a esta medida, aduciendo que la gente no verá con buenos ojos que en plena crisis se gaste dinero público en el cuidado de animales, en lugar de invertirlo en aumentar la plantilla de policías, para paliar el problema de seguridad ciudadana.
Como presidente del partido, tú tienes la última palabra, ya que la partida económica que puede librar el ayuntamiento sólo da para una de las dos medidas: ¿votarás por la ley que protege la vida de los perros del municipio? ¿o darás prioridad al problema de inseguridad ciudadana? ¿rechazarás la ley de ayuda a la adopción aduciendo motivos electorales o que los derechos de los seres humanos están por encima de los de los animales? ¿O defenderás con ahínco esta ley asumiendo que tenemos frente a los animales una cierta responsabilidad?
DILEMA 2:
En tu barrio ya no se ven ni dogos, ni bóxers, ni pitbulls ni presas canarios con las orejas y los rabos cortados. La ley que prohíbe las mutilaciones caninas por razones estéticas ha entrado en vigor en tu comunidad autónoma hace tres meses con más o menos éxito.
Sin embargo, a tu casa siguen llegando, de tarde en tarde, los aullidos y lamentos de los perros que están a punto de ser mutilados en la clínica veterinaria "Chuchilandia", cuyas instalaciones lindan con tu terraza. O al menos eso es lo que te parece a ti, lo que te imaginas, desde que Martina, la hija del veterinario, te ha confesado que su padre sigue practicando los cortes de oreja y de rabos a ciertas razas caninas.
Martina es tu amiga desde que empezaron juntos el instituto y no te gustaría traicionarla, contándole a alguien que en "Chuchilandia" se está vulnerando la ley. Para ella y para su padre lo que les pasa a los perros no es grave, y menos aún para sus dueños, que opinan que los perros con las orejas y rabos cortados tienen un aspecto más estilizado, más atlético y feroz. Sin embargo, no te agrada pensar que a escasos metros de tu casa se sigue infligiendo a los perros un sufrimiento innecesario.
¿Qué es lo correcto en esta situación? ¿Guardar el secreto que te ha confiado tu amiga o por el contrario denunciar a la clínica para que cese en una práctica ilegal y cuanto menos cuestionable? ¿Qué responsabilidad tenemos hacia los animales?